“Liderazgo emocional” por Daniel Goleman

“Liderazgo Emocional – Una nueva inteligencia para guiarnos más allá de la crisis” publicado por Bur por Daniel Goleman no es un libro que hayamos elegido, al contrario, es más correcto escribir que ser elegido. En primer lugar, la colorida y cautivadora portada lo acercó más a un libro bonito que a uno sobre el tema del líder, su formación, su ser y su aplicación práctica en el mundo empresarial y laboral pero, mucho más en general. , en el circuito de las relaciones grupales.

Probablemente este sentimiento también se derive directamente del autor, Daniel Goleman, periodista estadounidense nacido en 1946, psicólogo especializado en el desarrollo de la personalidad -tema de la que también fue profesor en Harvard-, escritor de temas altisonantes como la neurología y las ciencias del comportamiento para el Nuevo Mundo. York Times y con toda una serie dedicada a la inteligencia emocional y social, la creatividad y el liderazgo, la empatía y la emocionalidad, a las fuerzas que componen y constituyen las cosas y las personas sin caer jamás en lo trascendental incomprensible.

El objetivo principal de este volumen es explicar, en términos sencillos y fluidos de comprensión inmediata, contando aquí y allá anécdotas reales que sucedieron en los altos niveles de las grandes empresas, cómo ser mejores, más eficientes y, por qué no, más queridos “jefes”.

Así, al leer las páginas que se desplazan rápidamente, descubrimos cómo, al manejar los estados de ánimo de quienes trabajan con nosotros, el líder debe ser capaz de incrementar la armonía y el talento de sus colaboradores. La armonía y el talento, por obvios que sean, se presentan y cuentan como elementos fundamentales que subyacen al desarrollo económico y también cultural de las comunidades corporativas y, en un espectro más amplio, de la sociedad. Y Goleman también nos cuenta cómo sacar a relucir estas cualidades de los demás y cómo llevarlas adelante, nos cuenta cómo es un líder, cuáles son sus características, las habilidades que debe poseer e implementar, qué debe evitar y cómo puede hacerse oír mejorando, de esta forma, el éxito no solo del trabajo de uno sino también de todos los que giran en torno a él.

¿Quién es el líder?

El líder decide la estrategia y sabe motivar, triunfa y sabe crear un clima de propósito colectivo construyendo una cultura compartida. Él es quien logra resultados construyendo vínculos emocionales y promoviendo relaciones armoniosas. Un líder, con su democracia, suscita consensos principalmente estimulando la participación, generando un excelente desempeño en los colaboradores y un sentido general de autonomía orientado al objetivo común.

Al lograr encender la pasión de los empleados por su trabajo, el líder debería (ser capaz de) sacar lo mejor de ellos y, para ello, lo único en lo que tiene que trabajar son las emociones. Después de todo, ¿no es cierto que un trabajador que es tratado bien, considerado, animado y cuyos talentos se valoran, que trabaja en un entorno positivo, trabaja mejor? ¡Eso es exactamente cierto! Y la satisfacción de un colaborador con respecto a su trabajo y, en consecuencia, a sus superiores está determinada, en la gran mayoría de los casos, por este mecanismo.

De hecho, el éxito no depende tanto del “qué” sino del “cómo” y, por lo tanto, si un líder no es capaz de estimular las emociones de las personas de su equipo en la dirección correcta de la manera correcta, ciertamente no logrará los resultados deseados o planificados. .

Lo que distingue a los mejores líderes de la multitud es la conciencia del papel decisivo que juegan las emociones en el lugar de trabajo, tanto en términos de resultados tangibles como retornos, evitando que el empleado talentoso elija trabajar para otros, llevándose el know-how. , por ejemplo, en lo que concierne a las relaciones morales, la motivación, el compromiso de cada uno, llegando incluso a los llamados activos intangibles.

Por otro lado, los directivos con poca empatía y una suerte de frialdad emocional son aquellos que tienden a no escuchar, no valoran el talento de sus colaboradores y / o subordinados, no alcanzan los objetivos y, miserablemente, se entregan a sí mismos y a la empresa a la progresiva disminución de beneficios y retornos, en definitiva, a la insatisfacción y, en los casos más extremos, a la quiebra.

¿De qué está hecho el líder?

El primer gran elemento que debe poseer un líder es sin duda la Inteligencia Emocional, sobre la que escribe el propio Goleman. La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer, utilizar, comprender y gestionar conscientemente las propias emociones y las de los demás. Autoconciencia, Autorregulación, Empatía y Talento Social, combinados con habilidades técnicas y cognitivas, como la capacidad de escuchar y poseer un razonamiento analítico, la capacidad de trabajar en concierto con los demás y la flexibilidad ante el cambio, son los aspectos a través de los cuales se manifiesta y se pone en práctica.

Al analizar estos elementos, nos damos cuenta de cómo la autoconciencia y la autorregulación tienen que ver con la autogestión, mientras que la empatía y el talento social tienen que ver con la gestión de las relaciones con los demás. Los otros elementos, que para un lector distraído pueden parecer meros corolarios, son en cambio las (excelentes) herramientas para implementar los componentes que conciernen a uno mismo y a los demás.La capacidad de poner en práctica correctamente estos elementos de forma unitaria y equilibrada se convierte en la predisposición a la excelencia en el liderazgo.

Es, en sí mismo, un concepto bastante simple y lógico: en todo grupo humano, ya sea una empresa o un negocio, una pequeña empresa o multinacional, el líder disfruta – y lo hace en mayor medida que todos los demás – del poder influir en las emociones de sus subordinados. En consecuencia, si estos se estimulan hacia el entusiasmo, el grupo dará lo mejor de sí, alternativamente, si en lugar de aliento se elige el camino de la ansiedad, la presión y el resentimiento, el grupo se desfasará completamente, perdiendo en vista de los objetivos y desempeño en el lugar de trabajo o de todas las relaciones entre sujetos, si dicho comportamiento concierne a un grupo que no trabaja.

Aunque puede ser relativamente reciente la idea de que la inteligencia emocional, que ve sus primeras teorizaciones a mediados de los noventa del siglo pasado, tiene grandes ventajas en términos de costos y beneficios, es ahora un hecho cuando, Con las estadísticas en la mano, se observa que la mayoría de los gerentes que realizan su trabajo con el corazón en lugar de con la cabeza – ¡sin perderlo por supuesto! – tienen más éxito. Sintonizar con los sentimientos de las personas con las que trabajas te permite gestionar situaciones de dificultad y conflicto, incluso latentes, sin que se salgan de las manos y alcancen niveles incontrolables. Aunque en la mente de la mayoría, el concepto de liderazgo está conectado con la idea de dominación y superioridad, en la realidad de la gestión de cualquier grupo, es por el contrario el arte de persuadir a otros para que cooperen en vista de un objetivo común.

Las habilidades de un líder

Aunque todo pueda parecer ahumado y aleatorio, lo que escribe Goleman es por el contrario muy concreto y tangible y, después de leer el libro con mucha atención, intentaré esbozar las habilidades que un líder debe poseer directamente, dejándote las ganas de lea el apéndice del libro donde encontrará la explicación clara y concisa de cada habilidad.

En cualquier caso y sea cual sea el área en la que quieras convertirte en Líder, sigue el ejemplo de este excelente volumen y verás que las cosas saldrán de la mejor manera.

Articolo di Francesca Tesoro

Traduzione di Sara Trincali

 

“Leadership Emotiva” di Daniel Goleman

“Leadership Emotiva – Una nuova intelligenza per guidarci oltre la crisi” edito dalla Bur di Daniel Goleman non è un libro che abbiamo scelto, anzi, è più corretto scrivere che si è fatto scegliere. Prima di tutto, la copertina colorata e accattivante lo rendeva più vicino a un libro simpatico che a uno riguardante la materia del leader, della sua formazione, del suo essere e della sua applicazione pratica nel mondo aziendale e del lavoro ma, molto più in generale, nel circuito delle relazioni di gruppo.

Probabilmente questa sensazione discende direttamente anche dall’autore, Daniel Goleman, giornalista americano classe 1946, psicologo specializzato nello sviluppo della personalità – materia di cui è stato anche professore ad Harvard -, scrittore di temi altisonanti quali la neurologia e le scienze comportamentali per il New York Times e con all’attivo una intera collana dedicata all’intelligenza emotiva e sociale, alla creatività e alla leadership, all’empatia e all’emotività, alle forze che compongono e costituiscono le cose e le persone senza scadere mai nel trascendentale incomprensibile.

Lo scopo principale di questo volume è spiegare, in termini semplici e fluidi di immediata comprensione, raccontando qua e là reali aneddoti accaduti agli alti livelli di grandi imprese, come essere “capi” migliori, più efficienti e, perché no, anche più amati.

Così, leggendo le pagine che scorrono velocemente, scopriamo come, attraverso la gestione degli stati d’animo di chi lavora con noi, il leader dovrebbe riuscire a far crescere l’armonia e il talento dei propri collaboratori. Armonia e talento, per quanto scontati, vengono presentati e raccontati come elementi fondamentali alla base dello sviluppo economico ed anche culturale delle comunità aziendali e, in uno spettro più ampio, della società. E Goleman ci dice anche come far emergere queste qualità altrui e come portarle avanti, ci racconta com’è un leader, quali sono le sue caratteristiche, le capacità che deve possedere e mettere in atto, cosa deve evitare e come può farsi ascoltare migliorando, in questo modo, la riuscita non solo del proprio lavoro ma anche di tutti coloro i quali gli ruotano intorno.

Chi è il Leader? 

Il leader decide la strategia e sa motivare, riesce e sa creare un clima di finalità collettiva costruendo una cultura condivisa. È colui il quale, attraverso la costruzione di legami emotivi e la promozione di rapporti armoniosi, raggiunge risultati. Un leader, con la sua democraticità, suscita consenso stimolando principalmente la partecipazione, generando nei collaboratori prestazioni eccellenti e un generale senso di autonomia finalizzata all’obiettivo comune.

Riuscendo ad accendere la passione dei collaboratori per il proprio operato, il leader dovrebbe perciò (riuscire a) tirare fuori il meglio da loro e per fare questo, l’unica cosa sulla quale deve lavorare sono le emozioni. Del resto, non è vero che un lavoratore che viene trattato bene, considerato, incitato e del quale vengono valorizzati i talenti, che lavora in un ambiente positivo, lavora meglio? È esattamente vero! E la soddisfazione di un collaboratore nei confronti del proprio lavoro e, di conseguenza, dei superiori è determinata, nella stragrande maggioranza dei casi, da questo meccanismo.

Infatti il successo non dipende tanto da “cosa”ma dal “come”e, quindi, se un leader non è in grado di spronare nel modo corretto le emozioni delle persone della propria squadra nella giusta direzione, non raggiungerà certo i risultati sperati o programmati.

Ciò che distingue i leader migliori dalla massa è la consapevolezza del ruolo decisivo che le emozioni giocano sul posto di lavoro, tanto per ciò che riguarda i risultati tangibili – rendimenti, evitare che il collaboratore con talento scelga di lavorare per altri portandosi dietro il know how, per esempio – quanto per quello che riguarda le relazioni morali, la motivazione, l’impegno di ciascuno, fin anche arrivando ai così detti beni immateriali.

Di contro, i manager dotati di scarsa empatia e di una sorta di freddezza emotiva, sono quelli che tendenzialmente non ascoltano, non valorizzano i talenti dei propri collaboratori e/o dei sottoposti, non raggiungono gli obiettivi e, miseramente, portano sé stessi e l’azienda alla progressiva diminuzione di profitti e rendimenti, insomma all’insoddisfazione e, nei casi più estremi, al fallimento.

Di che stoffa è fatto il leader?

Il primo grande elemento che un leader deve possedere, è senza dubbio l’Intelligenza Emotiva, quella di cui proprio Goleman scrive.

L’intelligenza emotiva è la capacità di riconoscere, utilizzare, comprendere e gestire in modo consapevole le proprie emozioni e quelle degli altri. Autoconsapevolezza, Autoregolazione, Empatia e Talento Sociale, affiancati ad abilità tecniche e cognitive, quali la capacità di ascoltare e il possedere il ragionamento analitico, la capacità di lavorare di concerto con altri e la flessibilità di fronte al cambiamento, sono gli aspetti attraverso i quali essa si manifesta e si mette in pratica.

Analizzando questi elementi, ci si rende conto come autoconsapevolezza e autoregolazione riguardino la gestione di sé, mentre invece empatia e talento sociale hanno a che fare con la gestione dei rapporti con gli altri. Gli altri elementi, che ad un lettore distratto possono sembrare solo dei meri corollari, sono invece gli (ottimi) strumenti di attuazione delle componenti che riguardano il sé e gli altri.

La capacità di mettere in pratica correttamente questi elementi in modo unitario ed equilibrato, diventano la predisposizione all’eccellenza nella leadership.

È, di per sé, un concetto abbastanza semplice e logico: in ogni gruppo umano, sia esso di compagnia o di lavoro, di piccola azienda o multinazionale, il leader gode – e lo fa in misura superiore a tutti gli altri – del potere di influenzare le emozioni dei suoi subordinati. Di conseguenza se queste vengono stimolate verso l’entusiasmo, il gruppo darà del suo meglio, in alternativa, se al posto dell’incoraggiamento, si scegliesse la via dell’ansia, della pressione e del rancore, il gruppo andrà completamente fuori fase, perdendo di vista obiettivi e i rendimenti in ambito lavorativo oppure le intere relazioni tra i soggetti, se tali comportamenti riguardano un gruppo non lavorativo. 

Per quanto possa essere relativamente recente l’idea che l’intelligenza emotiva, la quale vede le sue prime teorizzazioni a metà degli anni novanta dello scorso secolo, presenti dei grandi vantaggi a livello di costi e benefici, è ormai un dato di fatto quando, statistiche alla mano, si nota che la maggior parte dei manager che svolge il proprio lavoro con il cuore più che con la testa – senza perderla ovviamente!- abbiano più successo.

Entrare in sintonia con i sentimenti delle persone con cui si lavora, permette di gestire le situazioni di difficoltà e di conflitto, anche latente, senza che sfuggano di mano ed arrivino a livelli incontrollabili. Nonostante nella mente dei più, il concetto di leadership sia collegato all’idea di dominio e superiorità, nella realtà della gestione di un qualsiasi gruppo, essa è al contrario l’arte di persuadere gli altri a cooperare in vista di un obiettivo comune.

Le competenze di un leader

Per quanto tutto possa sembrare fumoso e aleatorio, quanto scrive Goleman è al contrario molto concreto e tangibile e, dopo aver letto il libro con molta attenzione, cercherò di schematizzarvi in modo diretto le competenze che un leader deve possedere, lasciando a voi la voglia di leggere l’appendice al libro dove troverete la spiegazione chiara e concisa di ogni abilità.


In ogni caso e qualsiasi sia l’ambito nel quale vogliate diventare dei Leader, prendete spunto da questo ottimo volume e vedrete che le cose andranno sicuramente nel modo migliore.

Francesca Tesoro